María Concha Vázquez
1, 2022
Libro-objeto
Álbum del mundial, estampas, base de aluminio
El fútbol es una parte importante de mi vida. Lo juego desde los cinco años y he tenido la oportunidad de practicarlo profesionalmente en distintos países, incluyendo México, Estados Unidos, España y ahora —aunque ya de forma lúdica— en Chile. También he tenido acercamientos al periodismo deportivo. En fin, me gusta este deporte en todas sus presentaciones. Y como buena futbolera, cada cuatro años completo el álbum del mundial. Desde que tengo consciencia lo he llenado, pero este año no tenía planeado hacerlo, pues ahora vivo el fútbol de una forma distinta —quizá más distante—, pues ya no pienso dedicarme profesionalmente a ello. Pero el gusanito ahí sigue al parecer:​​​​​​​
El otro día iba por la calle viendo cómo las personas se paraban de kiosko en kiosko preguntando desesperadamente por el álbum del mundial: AGOTADO. Entonces decidí unirme a ellxs y conseguir el dichoso álbum. Y de pronto me vino una idea: llenar todo el álbum con la misma estampa. Sinceramente no sé por qué o para qué, fue solo una idea, un impulso. Luego vino el encargo de la sinécdoque —la parte por el todo o el todo por la parte—, y me parecía que quedaba perfecta la idea.​​​​​​​
Y así fue que, trás darle muchas vueltas a qué estampa sería la que repetiría 670 veces, decidí quedarme con la primera propuesta: la primera estampa que me salga, esa es la que repetiré. Me gustaba la idea de que fuera algo fuera de mi control, aleatorio, y que pudiera ser cualquier jugador (incluso, y creo que más interesante, uno desconocido). Así que me puse manos a la obra, conseguí el álbum por Mercado Libre, compré un sobre y lo abrí, ansiosa por ver la primera estampa: EIJI KAWASHIMA. Ni idea, nunca lo había visto. Portero de Japón.​​​​​​​
Y tras el arduo trabajo de imprimir, recortar y pegar 670 veces la misma estampa, me percaté de la ironía: había creado una multitud de la soledad del portero. Algo que resuena perfectamente conmigo, pues yo jugué de portera. Sé lo que se siente ser el único individuo en un juego de equipo. Y esta es una sensación que he llevado a muchos otros lugares fuera de las canchas, como ahora mismo que soy estudiante de intercambio. Disfruto sentirme diferente, distante, ajena. Aunque claro que esa soledad también trae emociones que pueden ser dolorosas. Ser el uno es complejo. Y de eso habla el texto/poema que acompaña al álbum.
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